sábado, 8 de enero de 2011

Álter ego

Puede que a los treinta años te encuentres un día sentado en un bar odiando a todos los que entran y tengan aspecto de haber jugado al fútbol en el universidad. O puede que llegues a adquirir la cultura suficiente como para aborrecer a los que dicen "Ves a verla". O puede que acabes de oficinista tirándole grapas a la secretaria más cercana. No lo sé. Pero entiendes adónde voy a parar, ¿vedad? [...] Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera.

J.D. Salinger - El guardián entre el centeno


Yo sería el guardián entre el centeno. Aunque no para que los niños no cayeran al precipicio entre los campos. Sería el guardián entre el centeno para que nadie cayera.
Todo el mundo merece embarcar. Yo os vigilaré desde el muelle.

3 comentarios:

  1. Me encanta esa parte de "El guardían entre el centeno", preciosa.
    Pero cómo bien has dicho: TODO el mundo merece embarcar... todo

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  2. Hay quien no le apetece (o no se siente con fuerzas para hacerlo).

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