viernes, 21 de enero de 2011

"Rebeldías"

He aquí lo que debería de haber sido mi examen de "Estructura social y eduación" de esta mañana.

“La escuela no es básicamente el lugar de la formación, sino el lugar de la división: división entre mano y cerebro, estudio y trabajo, capaces e incapaces, merecedores y no merecedores. Someter al alumnado a la lógica del examen cuenta infinitamente más que todo lo que puede suponer este concreto currículum o aquel otro”. (Lerena).
Nos encontramos en la "ESCOLA Universitaria de Magisteri Ausiàs March".
No me parece coherente ni correcto someterme a un examen mediante el cual estoy siendo partícipe de un sistema en el cual no tengo absoluta creencia y confianza.
Voy a ser sincera. Yo he sido durante toda mi vida y mis años escolares una brillante y prometedora estudiante sumisa y empollona, pero creo que ya está bien, que ya ha sido suficiente, estoy harta de tanta hipocresía formal y sé que, como poniendo una queja a dirección (¡vivan las formalidades!) no voy a solucionar nada, pues “protesto sobre lo que protesto” (aunque, obviamente, no vaya a cambiar nada, simplemente es un paso más en el camino). Aunque muchos dirán porqué solo por aquí y no en las demás asignaturas; pero es que el mundo no se hizo en un día.
Se los pide reflexividad, crítica, cambio en el sistema, pero eso sí, siempre marcado por la ley, por una ley que nos escupe y limita todo aquello que debemos hacer con nuestros alumnos y alumnas. No estoy dispuesta a dar a entender que Platón era “mejor” que Hipátia, o que Mozart fue “más grande” que un músico de calle, pues si se nos pide y dice que la educación es un derecho mediante el cual toda la sociedad tiene y tendrá las mismas oportunidades  (independientemente de su sexo, creencias, gustos, procedencia, estatus económico y así podríamos estar hasta mañana), ya estamos dando a entender que:
1. El hombre es más sabio, listo, guapo, guay, inteligente, etc., etc., que la mujer.

2. Quien tiene dinero y padrinos se bautiza, quien no a la calle.

3. Con el punto dos he dejado ver que también bautizarse está muy bien, y si no lo haces “serás mucho menos feliz”.

4. Que si quieres llegar a ser “Mozart” tienes que pasar inevitable e indiscutiblemente por la escuela. Por mucho que sepas sobre música o tengas una técnica impresionante como el músico de calle, si no tienes un título que lo acredite (en creciente popularidad y decreciente utilidad, por cierto) no tienes nada que hacer.

5. Del punto anterior podemos deducir que para tener títulos tienes que pasar por la universidad.

6. Y del anterior que la universidad es maravillosa, porque además de que te está haciendo una persona “inteligente y reflexiva” y te está dando un título que va a decir que eres “lo más de lo más en X campo de conocimiento”, evita que estés en la calle (mira, ¡como el pobre músico!) buscando un trabajo que, realmente, vas tener que buscar y aceptar más tarde, ya que vas a cobrar solo un pelín más que el que estaba buscando trabajo mientras tú estabas en la universidad (porque él no lo ha encontrado, obviamente) por haber pasado por ella.

7. ¿Seguimos o lo dejamos aquí?




Además, de todo este conjunto de puntos y de todos los que podrían seguirles, podemos entrever muchísimos implicados en el asunto. Tú, yo, toda la clase, el director de la facultad, el rector de la universidad, la Ley Orgánica de Educación, los peces gordos de las grandes empresas, las grandes religiones, los grandes de la literatura, el señor presidente del gobierno, sus ministros, los votantes que les eligen, lo que ponen en la televisión, los que deciden qué ponen en la televisión, los que eligen apagarla y leer un libro… Todos somos aparatos represores, no solo los que el señor Althusser menciona en sus teorías, pues todos somos partícipes de ellos, nos guste o no, formamos parte de ellos. Sí, la escuela reproduce la sociedad, la cultura, las clases, la desigualdad creando múltiples variantes de ella, y es un elemento muy importante para que todo esto se produzca; pero, por muchos teóricos que intenten estudiarla (me da igual que sean Bordieu, Bowles , Gintis, Parsons, funcionalistas, reproductistas, que incluyan a la naturaleza como parte indispensable de la sociedad o no) debemos de empezar por nosotros mismos. No se trata de cambiar un gobierno, una estructuración social, una cultura, un modo de enseñar u otro, no. Se trata de ser conscientes de todo lo que nos rodea, de lo que queremos cambiar y porqué, de lo que no, y, en definitiva, de ser reflexivos y críticos (pero esta vez de verdad y no de manera hipócrita como hasta ahora) para así poder “crear” personas reflexivas y críticas, dándoles siempre libertad de elección dentro de unos mínimos. ¡Ah! Y creo, que deberíamos de empezar a valorar un poquito más el conocimiento por el puro placer de saber y aplicar que por las calificaciones, numéricas o no.
Sé que no puedo estar fuera del sistema, que sería una cobarde abandonado esta carrera por creer que no puedo acabar con él; pero lo que sí es posible (y es por lo que voy a luchar y lucharé con todas mis fuerzas) es que puedo transformarlo desde dentro y este “examen” es el primer grano de arena con el que pienso contribuir.

2 comentarios:

  1. No lo fué... la hipocresia radica en no actuar por tus creencias y aún así defenderlas. No participes en algo de lo que no estás de acuerdo, y si te sometes a ello... es como quien no vota en las elecciones o cree en que pueda ser capaz algo diferente y sigue votando a PP y PSOE.

    ResponderEliminar
  2. Una crítica estupenda a un sistema mediocre.
    Podemos escuchar, decir y seguir a toda la muchedumbre , con la misma frase de..."Nadie podrá cambiar esto, es muy difícil".
    O podremos alzar la voz, las palabras, o tomar nuestras propias ideas, sin ningún referente seguidor de esta y común.
    En conclusión...deberíamos empezar a valorar más nuestras propias ideas.
    Este texto, deja un buen sabor de boca e impulsa a la reflexión. :) Enhorabuena.

    ResponderEliminar